Libre para no sentir miedo

Posted by Evo in ,

En ocasiones algunas personas reverencian a otras, en ocasiones lo hacen de forma insana. Hay quien interpreta o malinterpreta esa ciega admiración como atracción hacia la persona admirada. Me ha costado descubrir o discernir mi caso, pero efectivamente era este último. La presión de hacer algo equivocado o meter la pata delante suya sólo puede llevarte a dos camino: meter aún más la pata o volverte reprimido, asustadizo y para nada tu mismo delante suyo/a.

No atribuiré al alcohol ese momento en el que pude mirarme de forma objetiva. Más bien era un conjunción entre la buena compañía y la espectativa de que suponía sentirse libre. Me ví torpe, estúpido y falso. Y ví todo ello en pasado, como si fuera algo lejano o ni siquiera se refiriera a mi. Y en parte podría decirse que así fue.

De esa forma la siguiente vez que vi a esa persona (y sabía que la vería pues nuestro destino era el mismo local) ya no me sentía inhibido, subyugado ni cohibido. Llegué tarde y a mi manera. Me sentía bien, al tiempo fanfarron y dinámico. Orgulloso pero tolerante. Y se de buena fe que mi imagen fue mejor, y que para esa persona volví a ser un personaje intrigante al que quizás nunca conocería del todo (¿O acaso no es eso lo maravilloso de todos nosotros? Nunca conocernos del todo sólo para poder tener la oportunidad de conocernos un poco más los unos a los otros y, por el camino, a nosotros mismos) y que, en definitiva, volvía a tener cierto atractivo, pero como persona más que alguna otra acepción a la que superfluamente semeja que me estoy refiriendo.

Y finalmente me dí cuenta que una despedida antes de tiempo, probablemente algo cortante (por factores ajenos a nostros, debo puntualizar), era un mucho más interesante y, sin duda, prometedora que una despedida a última hora, arañando la compañía y el tiempo.

Elegí otra compañía para el final de la noche. Una a la que no debía nada más que la simple compañía, a la que no debía ofrecer nada más que mi simple espontaneidad y de la que no debía tomar nada más que lo que yo debái ofrecerle. Aunque es justo aclarar que debo estarle muy agradecido por toda la cerveza que me invitó, aún sabiendo que entonces sólo podías responderle con camaradería.

Pero te devolveré esas cervezas, aunque me deje media paga de navidad.

Entonces descubrí la libertad, que ya no me sentía atado a nada, y que ahora cualquier situación o persona era susceptible de sufrir mi renovado, pero no nuevo, dinamismo.

P.D.: También es lo que me llevó a remotar [MurderDucks].