Cuando la Vida es un Sueño

Posted by Zashel

Su sueño se veía interrumpido por momentos de vigilia, escasos, ausentes. Aquellos sueños rememoraban su juventud, sus amores, sus años felices en su tierra antes de venir a Madrid. Vivía en ellos, en sus recuerdos. Su vida era su sueño, y su sueño, su torturante situación. Postrada en una cama, sin recordar apenas su nombre o el de quienes la rodeaban. Balbuceaba en vez de hablar. Se arrastraba en vez de andar. Pero en sus sueños estaba en Extremadura, con sus padres y sus hermanos, reviviendo cada uno de aquellos momentos. Su sueño era su vida. Su vida, una pesadilla.
Ha despertado para no soñar jamás, llevándose consigo sus penas y sus alegrías.

La pesca de Blod

Posted by Zashel

Arcadia. Verdes boques redundan en su superficie feerica. Las aguas, cristalinas, arrastran los cantos por el río de turbulentas aguas. A la orilla, pescando, se haya Blod. Un sombrero de ala ancha le cubre la cara mientras aguarda dormitando a que la caña vibre ante el tirón del Gran Salmón. Para ello ha dispuesto del cebo favorito del legendario pez: un ratón del tamaño de su puño. Blod se siente realizado por haber estado vigilando la madriguera hasta que hubo asomado el roedor y dado muerte con su maza. Ahora, nuestro paciente amigo, ensueña un mundo frenético en el cual cada uno busca aquello que anhela a un ritmo lumínico. Un tirón del hilo y Blod ya se haya en posición. Tira del carrete y de la caña tal y como ha hecho desde que aprendió a pescar. El sedal está tirante y se arrastra por la superficie. Blod no puede ver qué tira de él, pero su deseo de que fuera el legenderio Salmón que reina en el río le inspira en su cometido. Un último tirón y el anzuelo queda fuera de las aguas. Blod hunde los hombros y menea la cabeza. Recoge sus aparejos y saca un punzón con el que marca otra muesca en la corteza del abedul en el cual se apoyaba y se aleja silbando de nuevo hacia la madriguera.

Lo imprevisto

Posted by Selene

Él entró en la oficina y lo primero que vio es que ella estaba sentada frente al ordenador, tecleando frenéticamente. Pasó por su lado mirándola de reojo, contemplando la camiseta de tirantes que ella llevaba y que dejaba ver sus hombros y su cuello. Se sentó en su sitio, ingeniándoselas para seguir mirándola, mientras su amigo le hacía señas para llamar su atención. "¿Ya estás mirándola?", le preguntó. "¿Has visto la camiseta que trae hoy?", "Sí, tio, como para no verla.."
Las horas pasaron en la oficina; ella coincidió en la máquina de café con los dos amigos, que empezaron a hablar del tiempo, después de unos segundos en silencio. Cuando ella volvió a su sitio, los dos se rieron. "¿Por qué no le dices nada?", preguntó el amigo. "Pero si no sé ni cómo se llama".
Cuando llegó la hora de la salida, ella apagó su ordenador y recogió sus cosas, se despidió y salió hacia la escalera. Él apagó el ordenador apresuradamente, maldiciendo lo que tardaría en salir, y salió corriendo, para alcanzarla y ver qué camino tomaba ella para volver a su casa.Cuando salió del edificio se encontró con una escena imprevista, que le dejó con el alma en los pies; ella besaba a un hombre y rodeaba su cuello con los brazos. "Esto no me lo esperaba", pensó él, mientras se alejaba, cabizbajo, mirando de reojo los besos que ella nunca le daría.

Carpe Diem

Posted by Anuski in

Disfruta el momento.
Me comería el tiempo a mordiscos si no supiera que ese tiempo está ocupado por la esperanza de conseguir mis sueños, y que gran parte de ésta es fruto del autoengaño. Dicen que el autoengaño nos hace más felices. Sí. Y más gilipollas, y más decepcionados.

Tal vez sea buena la Dormidina para no soñar demasiado o para que por lo menos los sueños más complicados te pillen con el cerebro medio anestesiado. También puede ser buena opción darse una buena hostia antes de tirarse al vacío para acostumbrarte al dolor y no enterarte casi del golpe final. Porque cuando se te plantean sueños imposibles tienes dos opciones, asumir tu posición y decir adiós al tren que no para en tu andén, o tirarte sin pensar que en el 99% de las veces en vez de acabar en un vagón de primera clase como desearías, ni siquiera llegarás a tercera clase y acabarás atropellado por el mismo tren o con los morros contra las vías. Si eres amante del masoquismo sentimental, o coleccionista de sueños rotos, como yo, sin duda optarás por la segunda opción sin pensarlo demasiado.

Porque, al fin y al cabo, ¿qué sería de la vida sin esa emoción producida por la incertidumbre de ese posible 1% que podría hacer que tus sesos no acabaran esparcidos entre vía y tren?
Exijo la obligación de todas las personas de cometer un salto al vacío al menos una vez en la vida, y reivindico la libertad individual de poder elegir la modalidad de salto así como la de decidir si tirarse con o sin paracaídas.

Eso sí, advertir desde un principio que vivir de sueños puede crear adicción y el emo-sado puede ser perjudicial para la salud.